El artista catalán ocupará íntegramente el Pabellón de España con “Los restos”, una instalación construida a partir de su archivo de más de 50.000 postales
La historia del arte no solo se construye con grandes obras maestras, sino también con fragmentos, huellas y documentos visuales marginales. Oriol Vilanova (Manresa, 1980) ha dedicado los últimos veinte años a coleccionar esos “restos” en forma de tarjetas postales. En 2026, esta práctica obsesiva y poética será el eje central de la propuesta que representará a España en la 61ª Bienal de Arte de Venecia. Su proyecto, “Los restos”, comisariado por Carles Guerra, ha sido seleccionado por unanimidad por el jurado convocado por el Ministerio de Cultura y Acción Cultural Española (AC/E).
Una instalación total basada en la cultura visual impresa
La instalación ocupará completamente el Pabellón de España en los Giardini y desplegará una selección significativa del archivo personal de Vilanova: decenas de miles de postales adquiridas en mercadillos de distintas ciudades del mundo. El artista, afincado en Bruselas, ha transformado este archivo en un espacio de pensamiento desde el que cuestiona el turismo, la ideología, la propaganda visual y los modos en que las instituciones construyen relatos a través de la imagen.
“Los restos” no será una acumulación aleatoria ni una colección nostálgica, sino una intervención crítica que convierte el pabellón en un archivo expandido, vivo, con múltiples puntos de entrada. Frente a la lógica del museo tradicional, Vilanova propone una poética de la repetición, del fragmento y de la deriva. Como él mismo ha declarado, “mi archivo es un antimuseo”.
Carles Guerra, comisario del proyecto
La propuesta contará con la curaduría de Carles Guerra (Amposta, 1965), investigador, crítico y exdirector de la Fundació Antoni Tàpies, con quien Vilanova ha colaborado en numerosas ocasiones. Ambos comparten una mirada política sobre los dispositivos expositivos, el archivo y el lugar del arte contemporáneo en el debate público. Su propuesta fue valorada por el jurado como una de las más sólidas, conceptualmente precisas y coherentes con los desafíos actuales del panorama internacional.

Un archivo como lugar de resistencia
El proyecto parte de una colección de más de 50.000 postales que Vilanova ha reunido durante dos décadas. En ellas se cruzan paisajes turísticos, monumentos, escenas religiosas, iconografía kitsch y erotismo soft: una cartografía visual de la modernidad popular y sus contradicciones. La selección no responde a un criterio historicista, sino a una lógica de montaje que permite desestabilizar el sentido aparente de las imágenes.
El resultado es una crítica sutil a la forma en que las instituciones culturales clasifican, exponen y canonizan la historia visual. Guerra señala que “Los restos” es también una forma de resistencia frente a la amnesia contemporánea, una llamada a detenerse ante los fragmentos olvidados de la cultura impresa.
Un proceso riguroso de selección
La elección del proyecto se dio tras un proceso en dos fases, en el que participaron siete dúos de artistas y comisarios invitados por Acción Cultural Española. El jurado —formado por figuras como Tania Pardo, Agustín Pérez Rubio, Beatriz Navas y Manuel Segade— valoró la pertinencia de la propuesta, su capacidad de diálogo con el contexto veneciano y su potencial para generar reflexión crítica desde una práctica consolidada y coherente.
Según el acta, “Los restos” articula una ocupación integral del pabellón donde se exploran, desde el lenguaje del archivo, los límites entre memoria, representación y poder simbólico.

Hacia la Bienal de 2026
Con la elección de Vilanova, España se posiciona en la próxima Bienal con una propuesta que elude la espectacularización y apuesta por una instalación reflexiva, construida desde el silencio, la acumulación y la potencia del fragmento. El artista y el comisario dispondrán de más de un año para preparar la instalación, producir el material expositivo y generar una serie de actividades paralelas que refuercen el alcance del proyecto.
En un contexto marcado por la aceleración visual, la pérdida de referentes y la crisis de las instituciones culturales, “Los restos” invita a mirar con otros ojos lo que parecía intrascendente: las imágenes reproducidas millones de veces que han moldeado nuestra mirada sin que apenas lo advirtiéramos.