Algo casi inconcebible
Walter Benjamin explicaba que, durante la Revolución Francesa de 1830, los revolucionarios protagonizaron un punto de inflexión en el continuum de la historia: detuvieron el tiempo. Simultáneamente, en diversas calles de París, dispararon contra los relojes que se iban interponiendo en sus caminos. Estos relojes evocaban que eran tiempos absolutistas, y que inevitablemente, debían ser derrocados para dar paso a una nueva era.
Algo casi inconcebible –la muestra site-specific de Sergio Monje (Palma, 1994) en el espacio TACA–, trata precisamente de eso: de inscribir una grieta en la contemporaneidad. A medio camino entre la escultura expandida y la maqueta arquitectónica, con una influencia directa de los dioramas realistas –escenas que buscan capturar una historia concreta desde un hiperrealismo–, el artista presenta una pieza poliédrica: la ficción de un paisaje urbano con infinitas capas de lectura.

La autopista irrumpe en el white cube, atravesando de izquierda a derecha, y así como el espectador atraviesa el espacio, se sumerge en una atmósfera de asfalto, gasolina y aceite quemado. Otros elementos recuerdan que estamos ante una escenografía urbana: las líneas de circulación –continuas y discontinuas–, los arcenes, las barreras de hormigón y los carriles de incorporación. Sin embargo, esta infraestructura no es como cualquier otra: está ocupada por una masa uniforme de figuras antropomórficas que, dispuestas estratégicamente y con gran minuciosidad, transitan ilegalmente un espacio destinado al coche y a la velocidad. Blancas y de plástico, se caracterizan por la ausencia de atributos identificativos y por el avance persistente en una misma dirección, sin mirar atrás, como si se tratara de una procesión de las almas, un peregrinaje o un desplazamiento casi alienígena.
Con reminiscencias de los futuristas italianos, la autopista es la forma de la modernidad: estética y alegórica; perturbadora e inquietante. Una arquitectura no humana que funciona como un espacio liminal y de paso, que encarna normas invisibles y experiencias estandarizadas, evidenciando la destrucción de la distancia en manos de la globalización y el capitalismo latente. ¿Qué hacen estas personas aquí? ¿Quiénes son y adónde van? ¿Realmente están en silencio como en una procesión, o sus reivindicaciones contaminan el ruido ensordecedor de las autopistas? Las motivaciones siempre son diversas y pueden encontrarse en el miedo, la huida y el exilio; pero también en el retorno y la rebelión. La escena está atrapada en la historia del presente, reclamando una respuesta inmediata a los malestares contemporáneos.

Tal vez sean refugiados climáticos que han experimentado el colapso ecológico. Tal vez sean residentes en camino de ocupar el aeropuerto. O quizá sean palestinos desplazados que cruzan el corredor de Netzarim para regresar a sus casas destruidas y en ruinas tras el alto el fuego. Tal vez se trate de una respuesta a la extrema derecha o, como diría Hito Steyerl, a las tecnologías disruptivas que han sacudido violentamente a las sociedades y las relaciones humanas. Tal vez, al estilo de Martí Peran, represente la indisposición general de una sociedad que se medicaliza para seguir produciendo y que ve la fatiga como el inicio de una huelga. O quizás, simplemente, sean las fuerzas del realismo. En todo caso, una fuerza capaz de movilizar a estos actores, que convierten la autopista en un espacio público y transforman la potencialidad en una acción política.
Algo casi inconcebible es la invitación del artista Sergio Monje a pensar críticamente cómo podemos y cómo queremos habitar colectivamente la contemporaneidad. ¿Realmente puede darse “una revolución social y psíquica de magnitud casi inconcebible”? ¿Será este el fin de la historia o una nueva política por venir?
Claudia Desile Abraham
Biografias

Sergio Monje (Palma, 1994) es artista visual. Su práctica de investigación artística, desarrollada en medios diversos, tiene como ejes temáticos el trabajo, la representación, la tecnología, el deseo, y, en los últimos años, el turismo. Se graduó en Bellas Artes por la Universitat de Barcelona y continuó sus estudios en Literatura, Arte y Pensamiento por la Universitat Pompeu Fabra. Ha desarrollado proyectos artísticos y obtenido premios en varios centros de arte, como Es Baluard Museu, Azkuna Zentroa, Etopia Centro de Arte y Tecnología, Casa Planas, Casal Solleric, Sala d’Art Jove, Can Felipa, MNAC o Centrum (Berlín). Recientemente ha obtenido la Beca Barcelona Crea 2024 junto con Iris Torruella y el primer premio en la XL Muestra de Arte Joven de La Rioja. Se encuentra desarrollando su primer largometraje, Das Ende des Tourismus, producido por Pomme Hurlante Films (París) y está preparando una exposición individual en TACA (Palma), comisariada por Claudia Desile, y participará en una exposición colectiva en el Centro Nacional de las Artes en Ciudad de México.
Claudia Desile Abraham (Palma, 1999) es comisaria e investigadora predoctoral. Graduada en Historia del Arte por la Universidad de las Islas Baleares, realizó el Máster de Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, impartido desde la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado como auxiliar de proyectos artísticos y exposiciones en Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma y ha sido coordinadora de proyectos artísticos en la Fundació Alttra, en la que ha coordinado los talleres Políticas Terrestres: Insularidades. Ha realizado diversos comisariados entre los que destaca Crónicas de un discurso la Galería Juana Mordó en el arte posfranquista (Espacio D, Museo Reina Sofía, Madrid, 2022) y Coordenades gràfiques (Espai Passatemps, Santa Maria del Camí, 2024). Es redactora en Exit Media Revista de Arte y Fotografía y actualmente está desarrollando una tesis doctoral en el departamento de Historia del Arte de la Universidad Complutense, con la beca predoctoral INPhINIT de la Fundación La Caixa.