19.09.24 > 09.11.24
Opening: 19.09.24. 18 > 21 h.
A veces me parece que la escena podría ser la unidad de sentido de nuestro tiempo. Como el presente, una escena es un fragmento narrativo cuyo significado es provisional, su valor y función están suspendidos, pendientes de enlazarse con lo ya sucedido y con lo que vendrá. Como el presente, una escena no tiene significado, una escena solo tiene sentido. Y si bien el presente, como tiempo de la vivencia, siempre ha tenido esta característica, la fragmentación y la disgregación de las grandes narrativas que antes ordenaban el mundo nos han dejado en un estado de mayor desorientación, tan lleno de potencia como de incertidumbre. Por esta razón, la tarea de tejer y destejer a diario las historias que dan forma a nuestra vida es un trabajo que nos implica a todas.
Los trabajos que presento son parte de una investigación material y literaria sobre cómo las vivencias toman forma mediante la ficción, entrelazadas con ella. Mirando hacia la calle, Con vistas, es una pieza videográfica que muestra a la gente que, igual que yo, se congrega a diario para ver la puesta de sol en un mirador de la montaña de Montjuïc. Todavía hoy, esta manifiestación del tiempo astronómico propicia un acto ritual y estético que nos
conecta con otras escalas que nos trascienden y nos superan. Ver cómo se consume la última luz del día es la ocasión de hacer balance, de traducir el valor de cada cosa, de ordenar provisionalmente nuestros deseos.
Esta codificación casi instantánea que sucede en paralelo a la experiencia es el grado cero de la narración, uno de los modos en que, por agregación, vamos dando forma a nuestras vidas. Por ejemplo, reaccionar asignando una emoción mediante un emoji a aquello que vemos o nos sucede es a la vez una forma de vincularnos al mundo y un acto narrativo. Indica una comprensión parcial de aquello que se nos presenta, por un lado, pero también nuestra postura frente a aquello, en aquel momento. Desmesuradas y teatrales, las caritas de Reacción (llorando, 1 kB) pueden expresar, por ejemplo, un dolor real o impostado, pero también adhesión, mala fortuna, agravio, decepción y toda una gradación que va de la risa al llanto. Ordenadas formando una de las composiciones matemáticamente posibles, el número 1024, un kilobyte, es además el equivalente computacional, en lenguaje binario, de una historia muy breve.

Las emociones no son algo que surge de nuestro interior, sino que, como dice Sara Ahmed, se pegan a las cosas, son objetos políticos que se adhieren a determinadas situaciones, cuerpos, palabras. Muestra de ello es el limitado vocabulario con el que aparentemente nos conformamos a expresarnos, un vocabulario que pretendemos que sea universal y común, cuando es parcial e histórico. Sin embargo, las formas en las que cada cual declina esas pocas opciones disponibles es muestra de una creatividad narrativa que no se agota nunca. ¿A qué género pertenece nuestra historia? ¿Es un drama, una tragicomedia, un culebrón?
Lauren Berlant dice que los géneros narrativos que aplicamos a nuestra vida nos proporcionan una expectativa sobre los acontecimientos, sus causas y sus consecuencias, y que percibimos como proceso aquello para lo cual todavía no hemos encontrado un género. ¡Sé nueva! es una pieza videográfica que toma como título esta invitación de Ann Cotten. En ella vemos una sesión de lectura de guión de una escena cotidiana para la cual todavía está por definir el género. Y recuperando un trabajo videográfico más antiguo, parte del ciclo Shelter (2018), They look at me and they think that I know too plantea de nuevo el problema de cómo establecer un sentido en la desorientación.
Cómo ir de un punto a otro, qué es un mapa, qué es un nivel, a qué escala es legible nuestra historia. Al final, hay que hacer sentido con lo que se tiene a mano, en la mano. Utilizando una escala narrativa parecida a la que emplean los que se reunen para ver la puesta de sol, un fragmento de la línea de destino Desde mi mano izquierda se convierte en un mueble en el que nos podemos sentar y descansar, y dos fragmentos de la línea de vida, ampliados y traducidos punto a punto como tejido, contienen dos aprendizajes que he hecho durante este tiempo.
Por un lado, que Nunca sabes cuáles son las buenas noticias (algunas veces las malas sí). Por otro lado, Exhausta y exuberante, es un testigo de la tensión permanente que existe entre el sí y el no, entre el agotamiento y la potencia.
Lúa Coderch (1982, PE) es una artista que vive y trabaja en Barcelona. Su práctica artística es una investigación sobre cómo
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entendemos y percibimos el mundo que nos rodea, explorando cómo las historias y las imágenes son esenciales para dar
forma y sentido a nuestras vidas. Esto a menudo significa habitar un espacio que pertenece tanto a la “realidad” como a la
“ficción”
. Su obra ha sido incluida en las colecciones de museos y centros de arte como el MACBA, el MUSAC, la Colección La
Caixa y la Colección INELCOM, entre otros. También se ha mostrado en exposiciones como Manifesta 14 (Kosovo), Kunstraum
Kreuzberg/Bethanien (Alemania), Bienalsur (Argentina), la Fundació Joan Miró (España), Domus Artium (España), el MUAC
(México) y SMART (Países Bajos).

Más información en: http://angelsbarcelona.com/en/artists/lua-coderch/exhibitions/
19.09.24 > 09.11.24
Opening: 19.09.24. 18 > 21 h.